Género y adaptación a la altitud. Kepa Lizarraga-Médico de la BMF

En la fotografía, de Wikimedia Commons, vemos a Junko Tabei la primera mujer en conseguir la cumbre del Everest en mayo de 1975.

Artículo escrito por Kepa Lizarraga, médico de la BMF

La disminución de la presión atmosférica que conlleva el ascenso a las más elevadas cimas provoca importantes desequilibrios en el metabolismo de los seres humanos llegando a producir el denominado Mal Agudo de Montaña, de trágicas consecuencias, en ocasiones.

Una de sus causas es la pérdida del equilibrio entre la permeabilidad e impermeabilidad de los vasos sanguíneos más finos: los capilares, favoreciendo el encharcamiento de algunos órganos o tejidos, como suele ocurrir en los pulmones, el cerebro, las extremidades o la cara.
Y esa permeabilidad está influenciada también por ciertas hormonas, cuyos niveles son manifiestamente diferentes entre hombres y mujeres.

La pregunta que nos planteamos es si esas diferencias hormonales pudieran incidir en la capacidad de adaptación a la altitud, y esta es la respuesta que nos ofrecen los estudios sobre mujeres no embarazadas publicados por la UIAA:

  • La incidencia de Edema Cerebral de Altitud es similar entre mujeres y hombres.
  • Las mujeres padecéis menos casos de Edema Pulmonar de Altitud.
  • Pero presentáis con mayor frecuencia edemas periféricos (cara o extremidades hinchadas).

Agrupando esos problemas vemos que las mujeres sufrís similar frecuencia de Mal Agudo de Montaña que los hombres al intentar ascender las más elevadas cimas.

Luego las diferencias hormonales entre mujeres no embarazadas y hombres no suponen que ninguno de los géneros tenga una peor capacidad de adaptación a la altitud