El material de montaña también tiene género. El calzado. Kepa Lizarraga, médico de la BMF-FVM

Artículo escrito por Kepa Lizarraga, médico de la BMF-FVM.

Durante varios capítulos he tratado sobre algunos de los aspectos fisiológicos que nos hacen diferentes a mujeres y hombres cuando nos acercamos a las más altas cimas. Pero también tenemos diferencias anatómicas que durante muchos años, no fueron tenidas en cuenta a la hora de fabricar algunos elementos imprescindibles para la práctica del montañismo. Tal es el caso del calzado, de las prendas de vestir o de las mochilas, por citar solo algunos ejemplos.

¿Os parece que empecemos este repaso por los pies?

Frente a las “botas de monte” que había antes, sin género, ahora casi todas las marcas ofrecen modelos para mujer y para hombre.

¿Cuáles son las diferencias fundamentales? Además de las de carácter estético, el calzado de montaña para mujer se caracteriza por tener la horma diferente, para adaptarse a la forma media del pie femenino. Es habitual que la zona del talón sea más estrecha, en proporción a la talla, que el diseñado para hombre.

Además, el empeine suele ser más alto, desplazándose hacia arriba también en muchos casos los ojales para el atado.

Aunque hay diferencias entre marcas, también podemos encontrar que el arco plantar suele ser más marcado en el calzado para vosotras, y que la zona anterior suele diseñarse más ancha, en cambio. En el caso concreto de las botas para esquí de montaña, o para esquí alpino, en general, la diferencia fundamental es la altura de la caña.

Las mujeres soléis tener el relieve inferior de los gemelos en una posición más baja de la pantorrilla, por lo que las botas diseñadas para vosotras tienen la caña ligeramente más baja, para no comprimir esa zona.

Por último, a igualdad de talla, debido a las diferencias de composición corporal, es habitual que tengáis una menor densidad corporal, lo que hace que vuestro calzado deportivo necesite menos material de amortiguación, pudiendo ser más ligero que el masculino.

Tengamos claro que lo citado hace referencia a la media de hombres y mujeres, pero que entre personas encontramos diferencias muy importantes, por lo que no sería extraño que tengamos más cómodo un calzado hecho para el otro género.

El barro no entiende de género